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¿Y SI SÍ? (CAP. 17)

¿Y si sí?
¿Y si sí Daniel me ha engañó? ¿Y si sí me manipuló? ¿Y si sí fue frío y calculador? ¿Y si sí me dijo lo que sabía que yo quería escuchar para que volviese a quedar con él?
Anoche pedí ver la verdad interiormente, y más después de ver la ponencia de Adriana Díaz Cárdenas https://www.facebook.com/adriana.dc.0304, una compañera de Infinita que es una maravillosa Coach de los Ángeles, y que nos contó su experiencia de superación personal en la que fue maltratada psicológica y físicamente, y que me ayudó a poner luz en mi tóxica relación con Daniel. Y esta mañana me he despertado con el ¿y si sí?
A veces necesitamos hacer esa pregunta para ver el paisaje al completo como dice Shivagam, sobretodo cuando no hemos pasado ciertos lutos, cuando no queremos perder algo, cuando nos duele ver la verdad.
Así que, siguiendo las pautas de la clase he llegado hasta ahí y más allá.

Había decidido terminar con Daniel como te dije, pero ayer pasaron cosas con las que de algún modo me sentía obligada a escribirle al menos, porque de no hacerlo se generaba culpa en mi, así que empecé por ahí, por observar todo eso.
Un vecino muy joven, al cual le deseo muy buen viaje, murió ayer de un infarto y me sentía en la obligación de estar pendiente de Dani, porque todavía está de baja y su dolencia también era de corazón. Me di cuenta de que no solo tenía miedo de que le pasase algo, sino de que sentía que si le pasaba algo sería por mi culpa, era totalmente irracional, aunque pude ver la raíz.
Después me encontré un pajarito con el ala rota en la calle, me lo llevé a casa haciéndole caricias en la cabeza todo el tiempo, le puse flores de Bach en las plumas, el ‘Remedio rescate’, y le di agua, pero al ir a ponerle una tela agradable debajo, vi que había intentado volar de nuevo, porque tenía las alas abiertas, y al final había muerto. Y ahí de nuevo volví a sentir la obligación de estar pendiente de Daniel. Sin duda no era mi corazón el que hablaba, así que le pregunté a mi corazón y lo vi claro, era simple, Dani me ignoraba, fue frío al hablar y dejó claro que le daba igual que no volviésemos a vernos y no hablarle era respetar su decisión, y yo no quiero volver a sufrir.
Pero ¿porqué entonces tanta historia? ¿porqué esas dudas? ¿porqué esa obligación de estar ahí? Los miedos inconscientes son increíbles muchas veces y sin duda esta vez se desplegaba el ‘rol del salvador’.

En un principio me quedé bien, pero luego empecé a sentir muchísimo sufrimiento,  integré muchas emociones reprimidas, que por supuesto no estaban ahí solo a causa de Dani, pero el dolor no remitía, así que por eso pedí ver esa verdad cuando me fui a la cama. Y sí, he visto que había algo que no quería perder, la inocencia de nuevo. No quería dejar de confiar en Dani, no quería dejar de creer que es buena gente, que hay buena gente, pero me he rendido y he elegido perder, perder la confianza en él, perder la inocencia, y he visto que era necesario, me he sentido en paz.

Realmente no puedo saber lo que él piensa o siente, pero admitir que esos ¿y si sí? sean una posibilidad, me cuadra totalmente con la energía de su última foto, una energía fría y oscura.
No digo que sea una mala persona, no somos un bloque y es importante ser consciente de que si hizo eso es porque no supo hacerlo de otro modo, aunque ya no siga en mi vida. Y conociéndolo como lo conozco desde hace tantos años, si es realmente así, lo ha hecho porque debajo de todo esto tiene mucho sufrimiento. Adriana dice que un maltratador en el fondo es más víctima que nadie.

Como te digo, ahora mismo me siento totalmente en paz, y te digo más, no voy a dejar de confiar en las personas a menos que me demuestren lo contrario y no voy a volver a perder la inocencia, porque mi niña nunca la perdió realmente aunque de algún modo sintiese que fue así por mi experiencia con el pederasta. Tristemente quienes la pierden son aquellos que dañan a conciencia.

Mi querido Daniel, no puedo evitar sentirme decepcionada, en mi parte egóica, sobretodo como amiga, me duele que te vayas sin decirme que te pasa, pero deseo de todo corazón que vuelvas a encontrar el rumbo del tuyo. Estoy convencida de que por eso te afectó esa pericarditis, es tu propio enfado por alejarte de él, de tu esencia, tu falta de alegría por desviarte de tu luz en los últimos tiempos. Buen camino Daniel, nunca es tarde para volver a ti mismo, y aunque está vez nuestra historia haya tocado fondo, gracias por lo vivido como siempre, también he tocado el cielo.

Foto de Julia Sakelli en Pexels
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