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EL DÍA DE LOS MUERTOS (CAP. 2)

Ayer murieron cosas en mi…

Murió la niña que tuvo que callar frente al pederasta, que no pudo expresar su enfado por miedo a que le hiciese más daño.
Murió la niña triste, que es donde llevan la decepción y el enfado cuando no son expresados.
Murió la niña filtrada por un adulto al que cedió su poder porque no tuvo más remedio.
Murió la niña seria que había perdido la naturalidad y la espontaneidad y cuyo futuro por lo vivido era una mujer llena de ganas de vivir con episodios depresivos.
Murió la niña que no se pudo quejar cuando le pusieron una bandeja entre las manos mientras vomitaba sangre en una operación de amígdalas, donde nadie le explicó nada y pensó que se iba a morir.
Murió la niña que se separó de su amor infantil y al cruzárselo por la calle no la saludó y perdió la confianza en el amor de forma profunda y tampoco dijo nada.
Murió la niña que perdió a su abuela y a veces siente que sigue sentada en aquella mesa donde recibió la noticia y ni siquiera pudo sentir su enfado.

Ayer fue la noche de los muertos y sí, yo también me sentí morir en mi.

Ayer fue un día extraño, doloroso incluso a nivel físico, lloroso, fiebroso, tan intenso como necesario…
Esta madrugada me he despertado con la Voz Interior más clara, ya no había filtros en ella. La he sentido en total sintonía con mi voluntad y mi corazón y me ha ayudado a disipar unas dudas que tenía, bienvenida Voz; bienvenida de nuevo Gloria.

Foto de Alexandr Podvalny en Pexels

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