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PACTOS DEL ALMA (CAP. 8)

«Y desde mi eje, aún con las turbulencias de mi último viaje, miro hacia atrás y vuelvo la vista al frente lo más rápido que puedo, en el giro se que llevo conmigo todo el bagaje de lo bueno y menos bueno vivido y compartido, y un montón de aprendizajes que hoy son herramientas para los ahoras que restan por vivir.
Aún algo caótica me siento serena, firme, confiada y agradecida por todos y cada uno de mis momentos, y por todas y cada una de las personas de mi vida, las que están y las que pasaron por ella, aunque hoy no estén, todas han dejado huella de alguna manera.
Hoy se que puedo elegir y que puedo hacerlo de forma consciente porque se quien soy. Hoy me siento libre de carencias y llena de sueños por cumplir.
Se que la vida puede ser tanto un remanso de aguas tranquilas como convertirse en un maremoto, pero he aprendido a ser marinera y a tomar el timón sabiendo donde voy, que no es ni más ni menos que a vivir mi vida de la manera mas productiva, feliz y elevada posible… también he aprendido a surcar las peores olas de forma lo más positiva posible.
También se que el viaje no me sirve hacerlo en soledad, aunque haya aprendido a amar mis momentos inmersa en ella, ni me sirve ni lo quiero.
Hoy desde mi eje me abrazo y vuelvo a abrazar la vida enamorada de ella, como siempre… enamorada de ella y de todos los que quieran compartir ahoras conmigo.
He subido, he bajado, he caído y me he levantado, y lo seguiré haciendo, pero estoy contenta porque aún en los momentos más difíciles he tomado mi propia responsabilidad y no la he puesto en manos de nadie, culpando a los demás de lo que tan solo a mí me corresponde; y creo que nunca he dejado de ser yo en mi esencia de cara a los demás, aunque por supuesto haya aprendido a decir No y a ponerme en mi sitio, la empatía, la resiliencia y la asertividad son palabras muy importantes en mi vocabulario interno.
Solo se que como hasta ahora mis intenciones seguirán siendo las mismas, las mejores para mí y para el resto, y también soy consciente de que puedo equivocarme, como tantas veces, porque no soy perfecta, pero si soy yo y eso me gusta, no por como soy, si no porque me siento bien en mí misma.
Hoy desde mi eje vuelvo a decirme Hola, aquí estoy, de la mano de mi alma, mirando al frente y con el corazón dispuesto siempre.
Un abrazo a tod@s.»

Me resulta curioso leer este escrito de hace ocho años, es como si no hubiese pasado el tiempo y en cierto modo me ahoga ver mi estancamiento, un estancamiento en el que me siento sumergida desde hace años y ahora creo empezar a entender porqué; lo respiro y me lo dejo sentir…

He dejado pasar un día y he podido ver muchas cosas; el otro día puse un comentario sobre un ‘chasco existencial’, fue con un chico, iba a atreverme a quedar con él, pero sus dudas no lo hicieron posible al final; me dolió mucho para lo poco que nos conocíamos y me pregunté qué dolor profundo escondía tanta intensidad y apareció mi Samurái, el escrito de hace ocho años lo escribí justo después de nuestra ruptura, a él tampoco lo llegué a conocer en persona después de dos meses y ese era el dolor que había reprimido detrás de mucho orgullo y que nunca sané, nuestra historia también tuvo un final muy decepcionante con esa sensación de chasco; bueno, realmente creo que esa sensación ha estado siempre con todos los chicos que he conocido desde mi primer amor a los 16 donde también estuvo presente el orgullo jeje, todo se mezcla.

Fue importante ponerme en mi sitio y aprender a decir No, también ser empática, asertiva y resiliente, pero me olvidé de pasar un duelo verdadero en mi ruptura; en aquel tiempo no sabía integrar emocionalmente, eso vino después, así que negué el dolor con un orgullo que me pasó factura; mi negación, mi orgullo, el dolor escondido debajo de él, fueron la base de mi estancamiento ahora lo veo; el otro día por fin lloré mi perdida, acepté mi vulnerabilidad y con ello pude abrazar mi libertad.

En estos ocho años he tenido varias relaciones tóxicas aunque nunca las haya considerado relaciones formales, era lo que me traía la vida y lo quise vivir pero siempre fui realista. Siempre digo que las personas no son tóxicas, que lo son las relaciones sostenidas cuando ya no hay más por vivir juntos y que como mucho somos nosotros los que podemos ser tóxicos para nosotros mismos y esto me lo demuestra; mi dolor reprimido hacía que atrajese más de lo mismo, relaciones en las que integrar ese orgullo que me bloqueaba para poder soltar el dolor; no hacerlo y seguir vibrando en el orgullo es lo que me ha traído relaciones que desembocaban en chasco y decepción, y que me hacían vivir en bucle en la necesidad de seguir poniendo límites, lo cual me ha ido llenando de desconfianza y resentimiento a pesar de no querer proyectar en los demás, una desconfianza y un resentimiento incluso hacia la vida, al final la culpaba de traerme siempre lo mismo, nada más lejos de la realidad, ella no me traía nada, yo lo atraía, todo ello también me hacía estar enfadada conmigo misma por no ser capaz de resolverlo; hoy lo veo con claridad y trabajo el perdón profundo, tenía un gran aprendizaje en todo esto, agradezco no haber perdido nunca la buena disposición y la conexión con mi corazón para poder darle finalmente la vuelta a todo y ser capaz de observar está gran lección; gracias Samurái, gracias Ander por ser parte de este plan de mi alma.

Foto de Tara Winstead en Pexels

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