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¿? (CAP. 23)

¿Como puedo dejar de sentir que no se quien soy?

¿Qué me llevó a estropear mi vida?

¿Como recupero esa conexión con mi cerebro inmerso en un bucle donde no puedo avanzar?

¿Cuando dejé de recibir la información del corazón?

¿A qué espero para disfrutar de la vida?

¿Qué hace que me sienta mal?

¿Qué me gustaría hacer para eliminar la información del corazón roto?

¿Quién soy yo de la mano de los demás?

¿Como recupero esa información de mi cuerpo que me hace sentir más fuerte ?

¿Porqué nos sentimos atropellados en una parte de la niñez?

¿Como recupero el día de hoy y todos los días vividos desde la carencia?

¿Como me libero del dolor de sentirme presa en mi propio cuerpo y en mi propia vida?

¿Cuanto tiempo tiene que pasar para que me sienta mejor?

He empezado a escribir estas preguntas con el texto predictivo, casi todas han surgido solas. A medida que las iba escribiendo me daba cuenta de que todo era paradójico como tantas veces. A la vez que sentía dolor por mi falta de libertad y me sentía bien cuando formulaba parte de las últimas por mi misma, deseaba que el texto predictivo me dirigiese por si me equivocaba.

Me doy cuenta del miedo que me da ser libre, del miedo que me da hacerme cargo de mi vida, del miedo al error, del terror a equivocarme en mis elecciones… de algún modo siempre me he sentido un títere, y eso mismo proyecté en mi despertar espiritual, sintiéndome así parte de Todo, de la Creación, pero separada de Dios; hoy también he visto que realmente no sabía ser otra cosa por todos esos miedos, he visto que me costaba vivir sin esas cuerdas que me diesen movimiento, siempre dependiente por mi inseguridad; y me he sentido triste, aunque de nuevo paradójicamente, a la vez ha sido maravilloso ser consciente, por mucho vértigo que haya sentido al asomarme al abismo sin arnés.

La lluvia torrencial que todo lo arrastra, los truenos que rompen y los rayos que iluminan me acompañan esta madrugada.

Son las 5.55 a.m., los cambios suceden, soltando miedos profundos, integrando perdón, compasión, gratitud y humildad, encarnando consciencia…

«Todos nacemos felices. En el camino, la vida se ensucia, pero podemos limpiarla. La felicidad no es exuberante ni ruidosa, como el placer o la alegría. Es silenciosa, tranquila, dulce, es un estado de ánimo que comienza al quererse a sí mismo».
Isabel Allende

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