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LA NECESIDAD DE DEMOSTRAR EL ‘YO VALGO’ (CAP. 29)

Hoy me pregunto dónde nace la amargura que se aloja en mi rostro, llevo dos días siendo consciente de que se ha instalado en mi cara sin saber porqué.

Haciendo repaso para ver si comprendo lo que me sucede, veo los cambios que han sucedido, el sábado volví de Barcelona y estoy teletrabajando, solo estaré fuera de casa si me salen visitas. Aunque prefería estar en la empresa, no se está tan mal, madrugo un poco menos, no gasto en gasoil y trabajo tranquila al estar sola; lo peor es la soledad, he vuelto de nuevo a la soledad y tal vez esa es la raíz de mi amargura, no se.

Es una amargura que duele porque incluso aprieto las mandíbulas, algo que por mucho estrés emocional que atravesase, no solía pasarme.

Ayer observé que estoy como obsesionada con dos cosas, una es con terminar trabajos, al trabajar en casa es como si tuviese que demostrar que estoy trabajando de alguna manera porque no me ven trabajar, la otra tiene que ver con tener resultados, hay un sobresfuerzo continuo en ello, soy consciente.

Estando en la empresa, a pesar de no creer en mí como comercial, hice una venta importante y eso me ha llevado a querer más, y ahora que pienso también es para demostrar mi valía… creo que al final todo gira en relación a la necesidad de demostrar el ‘yo valgo’.

Ayer me sentía tan autopresionada que hice ‘La pausa’ de 10 minutos de ‘El punto de vista del Cuerpo» en mi tiempo de desayuno, la verdad es que observé un montón de cosas; al apretar los pies contra el suelo, la fuerza la ejercía desde la pelvis y no podía soltar la tensión, no lo logré en toda la sesión. La pelvis nos habla de encontrar nuestro lugar; también observé que mi interocepción (el sentido que nos ayuda a entender que sucede dentro del cuerpo) estaba totalmente volcada hacia la derecha, el lugar en el que se alberga la energía masculina o activa en mí, la energía del ‘hacedor’; y además de eso, solo respiraba por el orificio derecho, que es más de lo mismo.

Haciendo balance de estos dos meses y medio fuera, me doy cuenta de que me he desconectado muchísimo del sentir cuando estaba trabajando aunque lo equilibraba tomándome espacios de meditación y silencio, sobre todo en la naturaleza, pero desde que he vuelto a casa no lo he hecho porque en estos cuatro días no he tenido tiempo ni para respirar, además de sentirme desubicada de nuevo.

¡Ah! también decir que allí he estado comiendo mejor y que estos días he comido fatal; por supuesto influye que allí mi cuñada me hacía la comida y eso no tiene precio, le estoy infinitamente agradecida. Dormir ya ni te cuento, pero allí también he estado durmiendo fatal, sentirse desubicado durante tanto tiempo no ayuda a descansar jeje.

Sin duda tengo que volver a mí y aprender a desconectar, estoy segura de que puedo conseguirlo, solo necesito poner foco y salir de esa obsesión con el trabajo, recordándome que parar es importante y que cada cosa tiene su momento; también necesito confiar en mí y en lo que hago, aunque nadie me vea trabajar, sin ese sobresfuerzo que me amarga sobremanera; eso me ayudará a administrar bien mi energía, no como hoy que estoy hecha unos zorros jaja.

Curiosamente Tere Puig acaba de publicar algo que va al hilo: » El esfuerzo es indispensable como recurso en situaciones excepcionales, pero es demoledor como estrategia de vida.»

Si hay frases un tanto incoherentes lo siento mucho, hoy me cuesta incluso expresarme…

Foto de Sharad Kachhi en Pexels

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