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LA PIEL Y EL ALMA (CAP. 11)

La piel… el puente que nos conecta con el alma.

Desde hace años cada vez que se me eriza la piel ante una cuestión digo: el alma confirma, se lo escuché a alguien y se convirtió en un lenguaje que me conecta con ella, le encontré sentido, en la piel se manifiesta la sensibilidad, la emoción más profunda del corazón y del ser se expresan en la piel; también leí una vez hace muchos años que la piel nos habla del estado de nuestra alma, pero traer el alma a la piel, poner consciencia corporal en ella en la clase de Ivet de ‘El Punto de vista del Cuerpo’ ha sido definitivo.

La piel tiene memoria, y guarda memorias de dolor y memorias de amor; las primeras entierran las segundas, encierran ese amor que sigue latente en espera de ser libre de nuevo.

Estos dos últimos días después de la clase he estado integrando dolor y miedos incrustados en mi piel, el dolor de la falta de caricias, el miedo a la falta económica que quemaba en mis poros y seguía ahí a pesar de la mejora, el miedo a no ser aceptada que venía grabado desde antes de nacer, tal vez de otras vidas, tal vez de mis ancestros, tal vez de ambas… dolor y miedos callados en mi piel que al ser revelados han dado paso a la gratitud; mi piel me ha dado las gracias por cuidarla, en la medida de lo posible así ha sido, la intención también vive en ella; mis manos me han dado las gracias, en su fina piel reside la inspiración del alma; las células de mi piel han respirado aliviadas, ellas guardan las memorias de amor verdadero de cuando fui bebé, las memorias de caricias verdaderas de otras vidas, las memorias de amores grabados transgeneracionalmente que fueron de verdad y que por fin son liberadas…

Siempre me han dicho que tengo una piel suave, hoy respiro profundo en esa suavidad sintiendo como mi alma mece mi cuerpo fundiéndose en ella en cada centímetro.

Foto de Artem Podrez en Pexels

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