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DOLOR Y JUICIO (CAP. 10)

Que buena diferenciación… Hoy he visto  un reel de Daniel Dueñas que rezaba: «Hay dos tipos de dolor, el dolor que lastima y el dolor que te cambia», muy buena apreciación.
https://instagram.com/daniel.duenas.z?igshid=MmU2YjMzNjRlOQ==

El dolor que te cambia es aquel que te sana, un dolor que lleva de la mano un aprendizaje, ese que sientes en los pasos hacia la conquista de ti mismo, el dolor de emociones reprimidas o atrapadas, el dolor de las caídas en cuenta que sueltan culpas, de creencias que desmontan tu zona de confort, de condicionamientos que se caen de esa cuerda floja en la que vivimos sostenidos tantas veces y que pueden venir a través de la interacción con otras personas pero que no tiene tintes de intención dañina, un dolor que después del proceso de cambio te trae sensaciones de libertad.

Es importante alejarse del dolor innecesario, es importante elegir situaciones que mejoren nuestras vidas y si alguien nos daña conscientemente es importante salir corriendo, pero por experiencia propia creo que si escuchas a tu corazón sabrás que hay encuentros que tienen posibilidades de crecimiento para ambas personas, aunque también los soltemos finalmente porque de no hacerlo nos terminan lastimando. Podemos perdernos grandes aprendizajes por no atrevemos a vivir o por pensar que estamos perdiendo el tiempo, cuando muchas veces no es así; es cierto que la línea es muy fina y que hay que estar atentos, por eso escucharnos y escuchar es fundamental, como sabiamente nos recomienda mi querido Ramón Bayés, para mí uno de los mejores psicólogos que existen además de una persona entrañable.

Puede suceder también que en situaciones de crecimiento consciente en las que te lastimaron intencionalmente justifiques las acciones del otro en pos de ese crecimiento y es importante ser realista, si te dañan conscientemente, si a esa persona no le importa como te sientes y lo ves claramente no hay justificación posible, y puedes liberar tus traumas gracias a la experiencia vivida con esa persona si abrazas tu vulnerabilidad y los sientes, porque te vacías, pero si justificas lo que hizo desde ese altruismo autoimpuesto muchas veces en el despertar espiritual, es fácil que eternices una relación que se ha convertido en algo tóxico o que te retraumatices por no aceptar la realidad de la situación presente y al final caigas en el victimismo y en el resentimiento.

En esa autoimposición espiritual también puede pasar que evitemos juzgar al otro por nuestro deseo de ser virtuosos, pero cegarnos ante lo que sucede en lo terreno puede ser muy dañino, hay situaciones en las que no se trata de juicios sino de realidades, por negarte a emitir un juicio si alguien te ignora, te maltrata, te manipula, te usa, abusa de ti o lo intenta, puedes caer en un bucle de autodestrucción; además el diccionario define el juicio como: ‘Facultad del entendimiento, por cuya virtud puede distinguirse el bien del mal y lo verdadero de lo falso’ y ‘Opinión razonada que alguien se forma sobre una persona o una cosa’, a mí me parecen definiciones muy certeras cuando alguna situación lo requiere, a diferencia de los juicios vanos, que también los hay por supuesto.

Por otro lado también hay que observar si nuestra interpretación de lo que sucede proviene de nuestras heridas, a veces los filtros inconscientes no nos dejan ver todo el paisaje.

En el equilibrio está la clave y la paciencia es clave; un ego funcional puede ser realista y objetivo, en lugar de condenar o justificar, y soltar en el momento justo al tiempo que el espíritu perdona, si es necesario, desde la perspectiva de unidad, pudiendo crecer y avanzar de forma armónica desde lo humano y lo esencial conjuntamente.

Foto de EKATERINA BOLOVTSOVA en Pexels

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