Y DE REPENTE (CAP. 21)

Me ha dolido que nadie me ayude, pero se que hay otro modo de verlo, de sentirlo aunque no sepa como, elijo la paz.
Nada que analizar, nada que remover, nada que colocar, tan solo la fe de que los posos, las heridas del viaje consciente en sí mismo curarán por sí solas, ese es el milagro.

Y de repente se cruzan en mi camino personas que quieren ayudarme a cargar mi peso…

Me he sentido víctima en el tren en medio de dos hombres a los cuales no les importaba si yo estaba incómoda, pero se que hay otro modo de verlo de sentirlo aunque aún no sepa como, elijo la paz.
Nada que analizar, la fe, la intención mueven montañas, cuando tú tomas la decisión de sanar hay una parte, la más herida, que se va haciendo más fuerte al tiempo que creces en presencia, entendiendo presencia como ser y estar totalmente en el momento presente; y puedes sostenerla por un tiempo, pero también tendrás que soltarla sino tu vida podrá ser muy incomoda, soltar es no alimentar.

Y de repente los dos hombres se vuelven amables, sociables, comunicativos…

Me siento culpable con solo mirarme al espejo, me siento culpable ya ni sé porque, ha sido la dinámica de toda mi vida realmente, la inercia, pero sin duda hay otro modo de ver, otro modo de percibir, confío en poder cambiar esa inercia aunque aún no sepa como hacerlo; solo con la intención la paz asoma, también el alivio.

Y de repente mi querida Cris me dice que valgo mucho…

Tengo miedo de vivir, me pasan tantas cosas que mejor me quedo metida en un agujero, pero no lo hago, se que hay otro modo de ver, de sentir, de percibir, tengo confianza y fe internas pase lo que pase.

Y de repente un manto de nieve blanca, pura y divina cubre todo el paisaje llenando mis ojos de belleza, una belleza que va más allá de todo…

Elijo reír, sonreír a la vida ¿verdad mi querida Cris?… No estamos locas… simplemente amamos la primavera por encima de todo.

Foto de Olga Jiménez García