«Es en la soledad del alma donde te das cuenta de que una vida no compartida no es realmente vida. Es en la profunda soledad del Ser donde eres consciente de quien eres. Es en la soledad prolongada donde la alegría pierde el acento poco a poco. Es en la soledad del silencio donde valoras todo aquello que te rodea. La soledad es importante para crecer pero quiero hacerme mayor rodeada de personas con las que reír, con las que llorar, a las que abrazar, a las que consolar y en las que apoyar mi hombro cuando me duela. La vida es vida cuando más allá de todo ves un rostro iluminado por una sonrisa, unos ojos que brillan aunque no haya luz, cuando tus oídos escuchan una palabra amable, cuando alguien por sorpresa tiene un detalle… cuando das y es bien recibido.»
Han pasado justo diez años desde que escribí esto y si sentía soledad entonces, a día de hoy me siento más sola si cabe porque mis hijos se han hecho mayores, pero también me siento más llena de mí, eso sí, y aunque la soledad ha sido prolongada, y aunque a ratos me apetezcan besos, me gusta estar conmigo, era importante no sentirme sola conmigo misma, y estar cómoda y en paz, y eso lo he logrado aunque siga sin concebir una vida en soledad; sigo deseando estar rodeada de personas con las que reír, con las que llorar, a las que abrazar, a las que consolar y en las que apoyar mi hombro cuando me duela; ya no desde la dependencia, la inseguridad, la necesidad o la carencia, sino desde el amor.
Carmen de ‘Nuestro Camino Interior’ me ha dejado unas palabras muy sentidas y bellas al leer las mías en referencia a la soledad y como le he dicho, no podían perderse entre los comentarios de una entrada: «He necesitado un buen rato para conectar y poder expresar. La soledad fue compañera temprana en mi vida, niña sola entre adultos, jugando sola con mis muñecas… vivir sola en otra ciudad, ir sola, moverme sola, luego volverme a quedar sola, bueno con mis hijas, pero un poco sola, sola de aliados, de pares, sola de comunicación, sola con esa sensación de soledad incrustada. Pero la vida es sabia, y te pide paciencia, a veces la soledad es amiga, aliada, compañera fiel, y te da alas para abrir tu camino y andar por él, y en el camino, conectas con otros seres que te descubren te aceptan y bailan contigo. La soledad te dolió pero gracias a ella has crecido, buscado, conectado con tu propio camino, el tuyo, el de verdad.»
Le he dado las gracias por sus reflexivas e inspiradas letras y le he dicho que es verdad lo que dice, que yo también me he encontrado con personas afines con las que bailar en el camino como ella y como todas las compañeras del grupo, y que también hay otras personas, amigos y familia, con las que no me siento sola, pero que hay algo siempre, que por lo que sea, me sigue conectando con la soledad, en este caso la distancia física que tengo con todos ellos; pero también le he dicho que sin duda todo tenía un sentido, necesitaba abrazar mi soledad con amor y perderle el miedo que llevaba de su mano.
Y hablando de soledad abrazada, que mejor para terminar que unas líneas del Gran Sentidor: «Era un tipo feo con cicatrices en la cara, pero parecía atractivo si se le observaba el tiempo suficiente: un atractivo que radicaba en sus ojos, en su estilo, su valentía, su fiereza solitaria.» Charles Bukowski
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