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SER OBJETIVO CON UNO MISMO (CAP. 14)

Por fin puedo ver y verme con objetividad.
El camino hacia dentro tiene muchos desafíos y uno de ellos es poder ser objetivo con uno mismo.

Siempre he intentado tomar a mi corazón como faro, él conoce tanto mi naturaleza individual como la esencia que nos une a todos, y mantener un equilibrio en la cuerda floja del funambulista, como siempre digo, algo cogido de un tema de Nach con Rapsusklei que me parece brutal, no es nada fácil, en menos de nada ya te has caído a un lado u otro.

Cuanto más te adentras más te conoces y más fuerte te haces, pero también es más fácil que puedas creer que tú estás en lo cierto y te justifiques cuando realmente estás errando como todos en algún momento; así que de tanto en tanto, sobre todo cuando tengo rifirrafes con los demás, me pregunto que tengo que ver en mí que no estoy viendo.

¿Qué porqué he dicho que por fin puedo verme con objetividad? Porque ya casi no necesito preguntarme dónde me estoy desviando del camino, lo veo, lo siento, lo intuyo, lo palpo en mi cuerpo… estoy dejando de engañarme a mí misma.

No siempre tengo razón, principalmente porque cada uno ve las cosas desde su propia perspectiva e interpretación; me equivoco y lo acepto, meto la pata como todos en muchos momentos y si tengo que pedir perdón lo pido, también me perdono si es necesario; soy consciente de que ser más consciente no me hace ser mejor, la intención es lo que nos hace ser mejores y muchas personas que no se trabajan a sí mismas conscientemente tienen grandes intenciones; reacciono, cada vez menos pero aún lo hago de vez en cuando, sobre todo cuando la presión aprieta; también digo cosas cuando sería mejor un silencio por no decir que sería mejor que me callase la boca; y sí, todavía sigo ejerciendo de tanto en tanto la desgastadora suposición que no me lleva a ninguna parte.

Es importante eso que dicen de soltar la culpa, soltar la autocrítica, soltar la autoexigencia y soltar el juicio, pero no puedo soltar la responsabilidad y la objetividad y vivir en la autojustificación, sobre todo cuando tengo unos valores afianzados con los que además me siento en resonancia.

La vida no es estática, la vida es movimiento y la vida son instantes, no somos perfectos, no somos un bloque, el error es humano y estamos tomando decisiones todo el tiempo en las que el corazón y la cabeza pueden ir de la mano en armonía, pero estamos creciendo y nuestras elecciones y decisiones no siempre serán tan acertadas como nos gustaría, y poder decir: ostras aquí la he cagado, precisamente otorga poder aunque suene paradójico.

Foto de Vladislav Likhomanov en Pexels

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